SALVADOS POR LA CAMPANA

Más de una vez comulgue bajo la mano del cura Pepo
rezando el recuerdo
rezos que ya no están
rezos disparados con balas
porque las balas no llegan donde Dios
pero si los pecados y la limosna.

En el patio de mi colegio
el cura levantaba una quebrada de Valparaíso
y el cielo de septiembre se caía de golpe
alto como la cúpula de la Iglesia La Matriz
donde muchos se salvaban por la campana
se caían los un, dos, tres por mi y por todos mis compañeros
jugando con las lágrimas escondidas en los ojos de mis profesores
y se liberaba a Miguel Woodward  del óxido de La Esmeralda
a Carmen Gloria Leranas flameando en el cerro Esperanza
y a Mario Morris arrimando de nuevo los conteiner de sueños.

Muchos se salvaron por la campana del cura Pepo
hasta Jesucristo se liberaba y les sacaba los clavos a otros
otros que pasaban por Plaza Echaurren a lavarse los pies
en los charcos donde se desnudan los zapatos
y se clavan los adoquines en la piel de los estigmas
y se camina por callejuelas peligrosas de indiferencia.

Así es como muchos se han salvado por la campana
campana que se tumba para camuflarte del frío
y también de las balas
del talan talan de la represión.

Más de una vez comulgue el verbo
de algún Cristo bajo la mano del cura Pepo.



©Un Incendio que habla y otros fuegos
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ISBN: 978-956-9227-22-6

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