SIRENA


A C.O

Allí supe que era una sirena
en ese pequeño mar de escaleras blandas
cuando vi que en su boca tiene el rojo de los amantes
tal cual color de su pubis
luego de abrirle su carne blanca
con su pelo de corriente marina
donde ella guarda el sol
que atardeció sobre nosotros
dejando su huella de lluvias puras
en el pasillo de oleajes que lleva
el aire al mar de este Valparaíso
hacia  su cama de aguas brava dulces.
Está la luna llena de noviembre
y ella  me canta en este charco
el erotismo entero debajo de mi cuerpo
como pescador que mordió el anzuelo del pez
y atrapado en el remolino de su vientre submarino
hundo y penetro lo que ahora soy vivo
saltando en el medio de un océano
donde puedo morder el horizonte
y romper el remanso de su agua salada
con mis manos que expulsan de los dedos
el peso de mis deseos.

Allí supe que era sirena
porque no es de este mar
ni de otro ni de uno normal.
Su cuerpo había varado en este puerto
hace dos inviernos descargando besos cristalinos
como aquella primera vez que mis ojos la memorizaron
sobre una roca de adoquín en Subida Cumming
y el oleaje de la luz de su mirar
me llevó a respirarla en el fondo del amar.

Más supe que era sirena
porque hoy no está su mar
ese que no era normal ni tampoco otro
pero si ella venia de un agua profunda y sin limites
que hasta hoy en día me deja mojado.

Hoy pasé por fuera del aquel horizonte
donde mi alegría siempre fue recta y mi placer.
Y recordé aquellos naufragios
de ron y boleros cubanos
cigarrillos sin filtro
y nuestros dos cuerpos desnudos.

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